jueves, 4 de agosto de 2016

Los libros son para el verano

Para aprehender el contenido de un libro, necesito compartir las reflexiones que su lectura me provoca. Lo mismo podría decir de un cuadro, de una escultura, de una fotografía o de un edificio. Es por ello que he iniciado este blog, que nace más como ejercicio y reto de auto-disciplina que como pretensión comunicativa. Si bien, dicho esto, mentiría si dijera que no busco atraer la atención de algún amable lector, pues pienso que todo lo que se escribe, hasta el diario más íntimo, se hace con la intención de que alguien diferente al autor lo lea algún día.

Acabo de terminar de leer "Patagonia Express" de Luis Sepúlveda. Me lo ha regalado una de las mejores colaboradoras que he tenido en el Instituto, a modo de despedida: cambia de centro, y dejo por tanto de ser su jefe. Últimamente casi no compro libros, me los regalan; lo que hace que ya casi no sea yo quien elija mis lecturas, sino que es el destino -a través de mis amigos -quien lo hace.                                                                                                                                            
En la dedicatoria, que amablemente me brinda, mi colaboradora hace alusión a "ese viaje a Chile que estás planeando". No sé cómo llegó a tal conclusión. Ciertamente Chile es un país enormemente atractivo que me encantaría visitar. Es uno de los primeros nombres geográficos que se instaló en mi mente desde antes de tener eso que se llamaba "uso de razón", ya que allí vivía el padrino de mi hermano mayor, un personaje mítico para mí en aquellos tiernos años, del que llegaban puntualmente cartas, desde el otro lado del Atlántico, varias veces al año.

Pero no, la verdad es que nunca he planeado ir a Chile; quizás esto del viaje me lo oyera decir mi colaboradora, tomando en serio un comentario en tono de broma que yo estaría haciéndole a un compañero casado con chilena. El caso es que "ese viaje a Chile" ha obrado de  mcguffin. Vila Matas explica muy bien lo que es un mcguffin en "Kasel no invita a la lógica", libro que por cierto sí que compré, en la presentación que el autor hizo del mismo en el Instituto Cervantes, hará ya tres años.                                                                                                                             
Pues eso: un mcguffin es una frase o una idea que desencadena una trama, un argumento, un planteamiento... sin tener nada que ver con la trama, argumento o planteamiento que desencadena. Hitchcock, como es bien sabido, fue uno de los grandes maestros en su utilización.                                                                                                                          
La lectura de “Patagonia Express”, libro que invita a ser leído, sobre todo en verano, entre otras cosas por su ligereza -letra grande, extensión reducida- me ha hecho recordar,  esa magnífica película cuya acción transcurre también en el profundo sur americano: "Historias mínimas". Más que un libro de viajes que también lo es, es ante todo un compendio de relatos breves, de historias mínimas, que a veces evocan cuentos de Borges, a veces macondos, con el hilo conductor del viaje... de un viaje a ninguna parte como nos anuncia el propio autor en el prólogo, citando sin citar al gran Fernando Fernán Gómez (FFG). Y también con el hilo conductor de la doble pertenencia, americana y española, de la que hace gala Sepúlveda a lo largo de la narración.                                                 

Dos máximas que aparecen en el libro me han hecho reflexionar; la primera: "nadie tiene que avergonzarse de ser feliz". No sé cuanto admiraba Sepúlveda a Fernán Gómez, si es que lo admiraba, supongo que sí. Esa frase me lleva a una anécdota que se cuenta del protagonista de “El Abuelo”: alguien le preguntó si era feliz, y él respondió sin vacilar: "pero usted por quién me toma". Bastante banal le debía parecer a FFG esa obsesión contemporánea por la felicidad. Y es que nuestra sociedad del bienestar ha sustituido al buen Dios de los monoteístas por una nueva deidad, a la que todo debe sacrificarse, y que es tan difícil de aprehender, tal vez más que el buen Dios de los monoteístas: la Felicidad.                                                                                                                     

La segunda frase, que el autor repite, al menos una vez, a lo largo del libro: "uno es de donde mejor se siente" me hace recordar aquella canción de Marvin Gaye que hiciera famosa el especialista en versiones Paul Young: "Wherever I lay my hat, that's my home".  En ese caso yo me considero filipino, ya que en ninguna etapa de mi vida me he sentido mejor que en la que viví en Manila (2001-2006), con largo prólogo de numerosos viajes al archipiélago (1993-2001). Y es que en Manila nunca tuve neurosis, ni depresiones, ni decepciones: ese estado, de bienestar sicológico, es lo más parecido que he encontrado a eso que quizás sea lo que entienden algunos por felicidad.                                                                                                                  
Pero también es verdad que desde hace ya algún tiempo, como el arquitecto Bofill me  considero nómada, siendo el nomadismo sobre todo un état d’esprit; y vengo ahora a caer en la cuenta, tras leer la frase en el libro de Sepúlveda, que probablemente el nómada no es de ninguna parte porque en ninguna parte se siente bien... lo que resulta cuando menos inquietante. Yo añadiría, para quedarme un poco más tranquilo que el nómada no se siente bien en ninguna parte de forma permanente y continuada, lo que me concilia con la idea de que me sienta tan bien en verano en un pueblo serrano de la provincia de Madrid, leyendo libros, porque parafraseando de nuevo a FFG, los libros (como las bicicletas) son para el verano, o mejor habría que decir que el verano es para leer libros, o debería serlo...

Bibliografía citada:
- SEPÚLVEDA, Luis: “Patagonia Express”. Tusquets Editores S.A., 1995 (1ªed.) 2016  (6ªed.)                                                                  
- VILA MATAS, Enrique: “Kassel no invita a la lógica”.  Seix Barral, 2013.
- FERNÁN GÓMEZ, Fernando: “Las bicicletas son para el verano”. Cátedra. Edición de Francisco       Gutiérrez Carbajo, 2010
- FERNÁN GÓMEZ, Fernando: “El viaje a ninguna parte”. Cátedra, 2002.


Moralzarzal, julio 2016

2 comentarios:

  1. Buen texto por parte de un gran hombre de letras. Saludos cordiales desde Orán.

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  2. Pues ya tiene usted una admiradora. Anónima

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