viernes, 19 de enero de 2024

TRES NOVELAS ESCRITAS POR ¿Y PARA? MUJERES

Desde hace algún tiempo leo muchos más libros de los que compro: los autores me los regalan; más bien debería decir autoras, en relación con esta glosa que voy a hacer de tres libros de tres escritoras, uno de los cuales me regaló directamente su autora, Elia Barceló, y los otros dos fueron donaciones a la biblioteca del Instituto Cervantes de Manila: de Cristina López Barrio y de María Antonia Quesada, respectivamente, siendo yo el primer usuario de la biblioteca que ha solicitado su préstamo.

Elia Barceló y Cristina López Barrio impartieron sendos talleres de escritura creativa en el cervantes[1] de Manila; el libro de María Antonia me llegó a través de su hija Almudena, que trabajaba en la Oficina Técnica de Cooperación de la Embajada de España en Manila. Hace ya tiempo, antes de que todos entráramos en la era digital, las mujeres en España se lanzaron a "consumir" literatura en proporción sensiblemente superior a la de los varones. En el metro de Madrid entonces, antes de que todo el mundo comenzara a utilizar sus móviles como una extremidad de su cuerpo más, se veía a mujeres, sobre todo jóvenes, leyendo siempre en los vagones; eso ya es historia, pues todo el mundo cuando va en metro ahora va mirando el móvil; esa proliferación de lectoras, en las últimas décadas, de alguna manera ha tenido su derivada en la proliferación de autoras, que como en ninguna época anterior, copan las listas de los libros más vendidos.

Como digo, han llegado a mí por regalo o por donaciones estos tres libros que son los últimos que he leído, más bien devorado. El primero que cayó en mis manos fue el de María Antonia, del que me llamó la atención sobre todo la originalidad en la elección del narrador, mejor dicho de los narradores, ya que son los distintos personajes principales de la novela los que van relatando la historia; (enfoque narrativo múltiple). Podría haber resultado más efectiva si el estilo narrativo hubiera cambiado marcadamente con el narrador; a veces al lector le puede costar identificar quién es el narrador de un capítulo determinado, ya que por la uniformidad en el estilo pareciera que fuera la misma persona la que narra, cuando en realidad son diferentes personajes con muy diferentes identidades.

Tanto en la novela de María Antonia como sobre todo en la de Elia, adquiere un protagonismo fundamental la casa, o la hacienda, en la que transcurren gran parte de los acontecimientos. Al igual que ocurre en Rebeca con Manderlay, podríamos decir que la casa es la protagonista principal y los personajes y sus identidades, están en parte definidos en función de su relación con dicha propiedad.

En los tres casos podemos hablar de sagas familiares; son varias generaciones de una misma estirpe las que aparecen en los relatos. Las tres novelas serían también muy cinematográficas y podrían dar lugar sin duda a series de televisión. Uno se queda con ganas de saber qué les va a ocurrir a esos personajes más allá del momento en el que termina el relato en la novela respectiva.

El personaje principal es siempre una mujer, en la que se vislumbran rasgos autobiográficos de la autora. Cristina lo explícita, en varias ocasiones en boca de Flora, la protagonista de su novela, que como la Greta de Elia es la narradora, y aunque en la de Maria Antonia la función narrativa se reparte –como hemos dicho- resulta bastante evidente identificar a Carmen como la protagonista principal. Flora y Greta son traductoras; Carmen ingeniera.

Solo una de ellas es madre, la de Elia; a la de Cristina le obsesiona no serlo; la de María Antonia no se lo plantea. En ningún caso su relación de pareja es satisfactoria. La protagonista de Elia ya se ha separado de su marido al comenzar la novela; la de Cristina lo acabará haciendo. La de María Antonia empieza una relación homosexual de incierto futuro. Pero en ninguno de los tres casos la protagonista tiene una relación heterosexual satisfactoria.   

El ingenio de los mediocres es el título de la novela de María Antonia Quesada; un título que quizá no resulta tan sugerente como los títulos de las otras dos novelas: Muerte en Santa Rita el de Elia, y Niebla en Tánger, el de Cristina. Un título es importante para atraer a un lector que todavía no conoce a la autora, y sin duda el acierto en la elección del título ayudará a difundir la novela, con independencia de la calidad de su contenido

Llegado este momento resulta inevitable plantearnos la siguiente pregunta: ¿Es que podemos hablar de una literatura escrita por mujeres, con unas características propias diferente a la literatura escrita por varones? ¿Es que esta literatura escrita por mujeres es de alguna manera respuesta a una problemática que interesa especialmente a la mujer contemporánea en un rango de edad entre, digamos, 25 y 65 años?

En las novelas de Elia y de Cristina, las protagonistas comparten un hastío por la relación matrimonial tradicional que ha ocupado gran parte de sus vidas. Son ellas las que dan el paso para concluirlas, sin que haya ni infidelidades, malos tratos o nada parecido. Se van, o se quieren ir de la relación porque ya no pueden crecer en ella, y los maridos no pueden seguir siendo -si es que alguna vez lo fueron realmente- compañeros de viaje. Lo que buscan, como las mujeres de nuestro tiempo, es su realización personal por sí mismas, no como esposas, madres o hijas, aunque sean todo, o casi todo ello.

El caso de Flora, en la novela de Cristina, es sumamente explícito: hay tres hombres en su vida en el momento de la novela: su cansino marido, su atractivo amante de una noche, y su maravilloso compañero de aventura en Tánger. Pero lo último que sabemos de ella es que se ha ido a vivir sola.

Aparece la homosexualidad con la naturalidad de la vida misma, de forma tangencial y poco exitosa en Santa Rita, y de forma asertiva en Ingenio, como la opción preferida, pero no determinante de su protagonista.

En definitiva no se trata de sacrificar la vida por nada ni por nadie, sino de vivirla (de forma propia). En eso las tres novelas son muy feministas, en sentido esencial y positivo, sin necesidad de atacar a nadie, ni de utilizarlo como bandera política, reivindicando el valor de la mujer en sí misma y no con relación a otros. En ello podamos quizás encontrar, sí, un rasgo característico, no ya feminista sino femenino de esta literatura escrita por mujeres y que leemos todos con gusto y fruición.   

Niebla en Tánger. Cristina López Barrio. Editorial Planeta, 2017

El ingenio de los mediocres. María Antonia Quesada,  Olé Libros, 2021

Muerte en Santa Rita. Elia Barceló. Roca Editorial de libros, 2022




[1] Reivindico el nombre común “cervantes” para designar a un centro del Instituto Cervantes.