Desde hace algún tiempo leo muchos
más libros de los que compro: los autores me los regalan; más bien debería
decir autoras, en relación con esta glosa que voy a hacer de tres libros de
tres escritoras, uno de los cuales me regaló directamente su autora, Elia
Barceló, y los otros dos fueron donaciones a la biblioteca del Instituto
Cervantes de Manila: de Cristina López Barrio y de María Antonia Quesada,
respectivamente, siendo yo el primer usuario de la biblioteca que ha solicitado
su préstamo.
Elia
Barceló y Cristina López Barrio impartieron sendos talleres de escritura
creativa en el cervantes[1] de
Manila; el libro de María Antonia me llegó a través de su hija Almudena, que
trabajaba en la Oficina Técnica de Cooperación de la Embajada de España en
Manila. Hace ya tiempo, antes de que todos entráramos en la era digital, las
mujeres en España se lanzaron a "consumir" literatura en proporción
sensiblemente superior a la de los varones. En el metro de Madrid entonces,
antes de que todo el mundo comenzara a utilizar sus móviles como una extremidad
de su cuerpo más, se veía a mujeres, sobre todo jóvenes, leyendo siempre en los
vagones; eso ya es historia, pues todo el mundo cuando va en metro ahora va
mirando el móvil; esa proliferación de lectoras, en las últimas décadas, de
alguna manera ha tenido su derivada en la proliferación de autoras, que como en
ninguna época anterior, copan las listas de los libros más vendidos.
Como
digo, han llegado a mí por regalo o por donaciones estos tres libros que son
los últimos que he leído, más bien devorado. El primero que cayó en mis manos
fue el de María Antonia, del que me llamó la atención sobre todo la
originalidad en la elección del narrador, mejor dicho de los narradores, ya que
son los distintos personajes principales de la novela los que van relatando la historia;
(enfoque narrativo múltiple). Podría haber resultado más efectiva si el estilo
narrativo hubiera cambiado marcadamente con el narrador; a veces al lector le puede
costar identificar quién es el narrador de un capítulo determinado, ya que por
la uniformidad en el estilo pareciera que fuera la misma persona la que narra,
cuando en realidad son diferentes personajes con muy diferentes identidades.
Tanto
en la novela de María Antonia como sobre todo en la de Elia, adquiere un
protagonismo fundamental la casa, o la hacienda, en la que transcurren gran
parte de los acontecimientos. Al igual que ocurre en Rebeca con
Manderlay, podríamos decir que la casa es la protagonista principal y los
personajes y sus identidades, están en parte definidos en función de su
relación con dicha propiedad.
En
los tres casos podemos hablar de sagas familiares; son varias generaciones de
una misma estirpe las que aparecen en los relatos. Las tres novelas serían
también muy cinematográficas y podrían dar lugar sin duda a series de
televisión. Uno se queda con ganas de saber qué les va a ocurrir a esos
personajes más allá del momento en el que termina el relato en la novela
respectiva.
El
personaje principal es siempre una mujer, en la que se vislumbran rasgos
autobiográficos de la autora. Cristina lo explícita, en varias ocasiones en
boca de Flora, la protagonista de su novela, que como la Greta de Elia es la
narradora, y aunque en la de Maria Antonia la función narrativa se reparte –como
hemos dicho- resulta bastante evidente identificar a Carmen como la protagonista
principal. Flora y Greta son traductoras; Carmen ingeniera.
Solo
una de ellas es madre, la de Elia; a la de Cristina le obsesiona no serlo; la
de María Antonia no se lo plantea. En ningún caso su relación de pareja es
satisfactoria. La protagonista de Elia ya se ha separado de su marido al
comenzar la novela; la de Cristina lo acabará haciendo. La de María Antonia empieza
una relación homosexual de incierto futuro. Pero en ninguno de los tres casos la
protagonista tiene una relación heterosexual satisfactoria.
El
ingenio de los mediocres es el título de la novela de María Antonia Quesada; un
título que quizá no resulta tan sugerente como los títulos de las otras dos
novelas: Muerte en Santa Rita el de
Elia, y Niebla en Tánger, el de Cristina.
Un título es importante para atraer a un lector que todavía no conoce a la
autora, y sin duda el acierto en la elección del título ayudará a difundir la
novela, con independencia de la calidad de su contenido
Llegado
este momento resulta inevitable plantearnos la siguiente pregunta: ¿Es que
podemos hablar de una literatura escrita por mujeres, con unas características
propias diferente a la literatura escrita por varones? ¿Es que esta literatura
escrita por mujeres es de alguna manera respuesta a una problemática que
interesa especialmente a la mujer contemporánea en un rango de edad entre,
digamos, 25 y 65 años?
En
las novelas de Elia y de Cristina, las protagonistas comparten un hastío por la
relación matrimonial tradicional que ha ocupado gran parte de sus vidas. Son
ellas las que dan el paso para concluirlas, sin que haya ni infidelidades,
malos tratos o nada parecido. Se van, o se quieren ir de la relación porque ya
no pueden crecer en ella, y los maridos no pueden seguir siendo -si es que
alguna vez lo fueron realmente- compañeros de viaje. Lo que buscan, como las
mujeres de nuestro tiempo, es su realización personal por sí mismas, no como
esposas, madres o hijas, aunque sean todo, o casi todo ello.
El caso de Flora, en la novela de
Cristina, es sumamente explícito: hay tres hombres en su vida en el momento de
la novela: su cansino marido, su atractivo amante de una noche, y su
maravilloso compañero de aventura en Tánger. Pero lo último que sabemos de ella
es que se ha ido a vivir sola.
Aparece
la homosexualidad con la naturalidad de la vida misma, de forma tangencial y poco
exitosa en Santa Rita, y de forma
asertiva en Ingenio, como la opción
preferida, pero no determinante de su protagonista.
En
definitiva no se trata de sacrificar la vida por nada ni por nadie, sino de
vivirla (de forma propia). En eso las tres novelas son muy feministas, en
sentido esencial y positivo, sin necesidad de atacar a nadie, ni de utilizarlo
como bandera política, reivindicando el valor de la mujer en sí misma y no con
relación a otros. En ello podamos quizás encontrar, sí, un rasgo característico,
no ya feminista sino femenino de esta literatura escrita por mujeres y que leemos
todos con gusto y fruición.
Niebla
en Tánger. Cristina López Barrio.
Editorial Planeta, 2017
El
ingenio de los mediocres. María Antonia Quesada,
Olé Libros, 2021
Muerte
en Santa Rita. Elia Barceló. Roca Editorial de libros, 2022
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